¿Por qué cambian las empresas su sede social?
Pues en realidad, podemos resumirlo en estos aspectos:
- El cambio de domicilio social es más simbólico que efectivo
- No implica obligatoriamente mover los centros operativos o de producción
- Decide dónde se establece la dirección y administración de la sociedad
- Los impuestos municipales y autonómicos se pagan allí donde esté la dirección
Ahora escuchamos en los medios de comunicación que muchas empresas cambian su sede social de una ciudad a otra por problemas políticos. Lo cierto, es que cambiar la sede social es algo que se realiza a menudo en el mundo de las empresas.
Y es que, en realidad, el cambio del domicilio social de una empresa de un territorio a otro resulta algo más simbólico que efectivo. No involucra obligatoriamente el traslado de sus centros operativos o de producción, en otras palabras, si esos centros no se mueven, no tiene por qué afectar a los clientes ni al grueso de su plantilla. Es decir, las oficinas de centrales no tienen por qué moverse del territorio en el que están
Por ejemplo, el BBVA tiene sus oficinas centrales en Madrid, mientras que su sede social se encuentra en Bilbao. Lo mismo ocurre con el banco Santander que tiene su sede social en la ciudad de Santander y sus servicios centrales se sitúan la capital madrileña. Pero no sólo pasa así con los bancos, son muchas empresas las que operan así, por eso la constructora FCC tiene su sede social en Barcelona y centro operativo en Madrid.
Entonces, ¿por qué cambian las empresas su sede social?
El mando de una empresa, su administración, está en el lugar donde se encuentra el domicilio social. Lo que afecta a parte del pago de impuestos. Así, el lugar donde reside una empresa determina las normativas que se le aplicarán, por ejemplo, en cuanto a determinados impuestos.
La Ley General Tributaria establece que el domicilio fiscal de una compañía será el mismo que el domicilio social siempre que en él esté consecuentemente centralizada su gestión administrativa y la dirección de sus negocios.
El principal tributo que pagan las empresas es el Impuesto de Sociedades. Este tributo es estatal, por lo que no interviene el lugar de la sede: lo recauda la Agencia Tributaria y se redistribuye entre las comunidades en función del sistema de financiación autonómica.
Pero otros gravámenes son municipales o autonómicos y se pagan en el lugar se localice el domicilio social. Es el caso del impuesto de actividades económicas o el del de transmisiones patrimoniales, que grava operaciones societarias, como ampliaciones o reducciones de capital.
En cuanto al impuesto de actividades económicas se paga donde se encuentran las sedes, oficinas o sucursales de una empresa. De esta manera, realizar un cambio de sede social, sólo atañería al pago por el local o edificio donde se desaloja en la comunidad de la que sale. El resto de locales, oficinas o despachos que se mantengan en el mismo lugar seguirán pagando el impuesto en esa autonomía.
Modificaciones legales para facilitar el cambio de sede
El domicilio social se establece en los estatutos de una sociedad, por los estatutos deben cambiarse para poder modificarse. Por esta razón, ese proceso exige la aprobación de la junta de socios o, en caso de las sociedades de capital, de la junta general de accionistas.
Ahora bien en 2015, el Gobierno varió la Ley de Sociedades de Capital para facilitar las empresas pudiesen trasladar su sede social con rapidez dentro del territorio nacional. Desde entonces se les permitía trasladar el domicilio social con el acuerdo de su consejo de administración y sin pasar por la junta de accionistas, siempre que sus estatutos no dijesen lo contrario.
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